EXPOSICIONES DE ARTE TRADICIONAL 
En la actualidad del año 1992 y en ocasión del 5to. Centenario, diversas muestras tradicionales se han manifestado en exposiciones ya celebradas o todavía en curso por diversas ciudades de España como Toledo, Granada y Barcelona entre otras, donde se encuentran representadas algunas de las obras de Arte que configuraron la Cultura en el solar Hispánico, que de raigambre Cristiana y Greco-latina, fue a su vez llamado por los judíos Sefarad y por los árabes Al-Andalus.  

En Barcelona tiene lugar "L'esport a la Grecia Antigua. La Génesis de l'Olimpisme", evocadora de los "Juegos", cuyo origen Sagrado, a recordar, se encuentra en la lucha o "Agonía", promovida entre Dioses y Titanes, co-hacedores del orden universal como nos dice el Mito y al que se ofrecían los Héroes, o atletas en el Sacrificio de su propio esfuerzo. (Atletismo deriva de To Athlon, que quiere decir esfuerzo, trabajo u obra), quienes lo ritualizaban a través de la Carrera Pedestre -en la que Peoneo, "liberador del mal", era siempre vencedor-, en el Salto, en el Disco, la Jabalina y la Lucha. Coronándose el Ganador con la Rama del Manzano o las Hojas del Olivo Hiperbóreos. Siendo perpetuado su gesto a través de esculturas y odas. En esta exposición se encuentran unas 250 piezas, que en formas cerámicas y estatuarias de bronce y mármol testimonian el Arte Clásico. 

En Toledo o Toledoth, Ciudad de las Generaciones en Hebreo, se muestra "La Vida Judía en Sefarad", recogida desde el Siglo V en el ámbito de la Sinagoga del Tránsito de esta ciudad. Joya de la exposición, presentada en un catálogo, en el que cabe destacar el rico fondo bibliográfico de manuscritos, que incluye al Sepher ha Zohar redactado por Moisés de León, La Fuente de la Vida de Ibn Gabirol, La Guía de Perplejos de Maimónides y los Deberes de los Corazones de Bahia Ibn Pacuda, entre otros autores Sefardíes, junto a textos de Medicina y Astronomía, frutos del escritorio regio de Alfonso X el Sabio. Además, se pueden admirar diversidad de objetos litúrgicos, soportes del ritual con que el alma judía ritualizaba su existir, como lámparas sinagogales, filacterias, lápidas y una pileta de mármol con inscripciones en hebreo, griego y latín, símbolo de la estrecha convivencia en que se hallaban esas culturas. 

Por su lado, Al-Andalus nos presenta en el marco de la Alhambra granadina, 130 piezas escogidas del Arte Califal, Nazarí y Almohade, que cubren del S. VIII al XV, y que podemos observar en la misma arquitectura del Palacio, contenedor en su espacio de elementos de orfebrería, numismática, cerámica y tapices, en donde se manifiesta el sello Sagrado del Islam. Exposición ésta de Al-Andalus, que junto a la del Arte Maya en Hannover, dícense las más importantes celebradas hasta hoy en el planeta. 

También en Barcelona podemos contemplar "Catalunya Medieval" que comprende el desenvolvimiento entre los siglos X al XV, del Arte Románico catalán, perteneciente al ámbito cultural de una Europa regida por aquel entonces desde sus principios cristiano-latinos. Arte hierático en cuya elaboración simbólica se manifiesta el Orden del Universo y que podemos ver a lo largo de ábsides, capiteles y pinturas murales, construidos por aquellos obreros operativos herederos de los Collegia Fabrorum romanos. Arte Románico protegido por los monjes guerreros del Temple y que se continúa transfigurando, en el Gótico de los S. XIV-XV, en su elaboración por los gremios y cofradías. Aportaciones todas ellas que son muestra de un Arte Tradicional en su dimensión espiritual en códices apocalípticos y libros de Horas, como en su dimensión regia en coronas, espadas, tronos y sellos y en la artesanal de orfebrería, tapices y bordados. 

Exposiciones que desde España festejan, no hay que olvidar, el 5to Centenario del "descubrimiento", al otro lado del Atlántico, del mismo modo de entender el Universo. El mismo, que bajo formas diferentes tenían a este lado, cristiano-latinos, judíos y árabes, es decir en un orden de relaciones armónicas fundamentado por la ley del número en un único Espíritu, que habita y anima al cuerpo -cósmico y humano- con Su Presencia y que como decimos, pudo descubrirse en la cultura precolombina, ya fuera desde los ámbitos mexica, maya o inca, con quien la hermandad de las tres culturas europeas se hizo y se hace patente, ramas todas ellas de un mismo árbol, el de la Tradición Perenne. 

Al propio tiempo que esa gran cultura expone testimonialmente su existencia desde el mundo del Arte, que es vehículo de un saber intemporal, tiene también lugar en Europa, el debate acerca de su unidad, por cierto pretendida meramente en base a criterios economistas, que, si bien legítimos en lo puramente biológico y supervivencial, constituyen a su vez una multiplicidad de intereses prácticamente irreconciliables a falta de un punto de vista unificador, que pertenece más bien al orden de las ideas, en cuya cúspide encontramos la de una universalidad trascendente que sostiene, dando sentido, a todo el proceder de una verdadera cultura, como la que a través de sus diferentes formas y aspectos contemplan esas exposiciones de Arte Tradicional. Verdadera cultura ésta, promotora de un orden que se extiende desde sus Principios a la naturaleza, cuyo doble aspecto celeste y terrestre es vinculado por las ciencias y las artes a partir de un lugar central y microcósmico habitado por el hombre. 

Exposiciones de las que habremos de decir, para terminar, que nos presentan un rico contenido iconográfico, procedente de diversas entidades, tanto públicas como privadas que a lo largo de los tiempos entraron en posesión de ese patrimonio, cuya dispersión es flagrante en todos los casos y especialmente en el de la cultura precolombina, víctima mayor del expolio de "otros descubridores", los mismos, por otra parte, que en toda época y lugar manifiestan a lo profano en su codicia e ignorancia. 

Exposiciones fiadas no a otro orden y concierto que el de mixtura esteticista y que presentándose así, desde "afuera" carecen de aquella didáctica que señalara desde lo hondo del Arte, la profunda intención con que fueron elaboradas todas aquellas representaciones, que, pertenecientes a un Arte Sacro, y por eso de función ante todo reveladora, permitían el acceso a un saber en el que se iniciaba a los misterios del Ser y del Cosmos. Finalidad ésta, a buen seguro, todavía al alcance de quien instruido en los Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada pueda reconocerlos con el Ojo del Corazón, Oído de la Inteligencia. José María Dolcet 

 
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