LOS HUICHOLES
UNA TRIBU DE ARTISTAS

ROBERT M. ZINGG

IV
LA ORGANIZACION SOCIAL Y LOS RITOS DE INICIACION PARA ENTRAR A ELLA,
CEREMONIAS DEL NACIMIENTO

(continuación)


A. Ceremonia de otorgamiento de
un nombre al recién nacido

A la ceremonia de nacimiento que se describe a continuación, sólo asiste la familia, de modo que no pude presenciarla personalmente. Sin embargo obtuve clara información de que dicha ceremonia sigue los cánones ordenados en el mito que especifica todas las ceremonias.14 Luego que el canto finaliza, se trae al niño, todavía cubierto con sangre, igual que la madre. Usando un trocito de algodón la comadrona (que en el mito era la diosa komatéame, como se verá más adelante) baña ligeramente al bebé con agua bendita. Luego le limpia el cuerpo frotándoselo suavemente con el penacho del shamán. Al amanecer se calienta agua y, entonces, por fin, la madre y su hijo son bañados. A continuación el shamán revela el nombre que ha de darse al niño y del cual él se enteró en su canto de la noche (véase p. 250). De este modo se le otorga al niño el primer atributo de personalidad: un nombre con qué llamarle (un contacto social elemental).

Luego la comadrona y la abuela del bebé comen ceremoniosamente el alimento especial en forma de cabeza humana, que fuera colocado sobre el altar. Cualquier otra persona que lo comiera, moriría, pues es sumamente sagrado.

Si bien gracias a esta ceremonia la madre recupera su status social normal, el niño es todavía delicado y, por consiguiente, puede morirse en cualquier momento. Y por cierto que los bebés huicholes están propensos a morir pues no hay en la comunidad tratamiento ni cuidados o atención científicos disponibles. Por lo tanto, es llevado a una de las cuevas que hay cerca de Santa Catarina, de preferencia la de nakawé. Allí se lo baña en el estanque de agua bendita asociado con dicha diosa. Lumholtz tuvo la buena suerte de entrar en una de esas cuevas cuando se estaba realizando esta ceremonia de bautismo; por consiguiente, vale la pena citar su descripción,15 aunque no identificó a la Madre del Agua Occidental, ni siquiera por el nombre nativo que él le da: kyewimoka.16

“...Volví a visitar la cueva de la Diosa de las Nubes del Oeste. Presencié cómo bañaban a un niño en esta misma cueva. Tan pronto como entré en el sagrado recinto, me sobresaltó el llanto de un niño que resonaba proveniente de la cueva de la Madre de los Dioses. Siempre tienen que ir primero a esa caverna, luego a Te-akata, donde el niño es presentado al Abuelo Fuego, al Padre Sol y a la Diosa del Maíz. Afuera de los sagrados edificios pertenecientes a cada una de estas deidades, el pequeño fue lavado con el agua proveniente del principal manantial sagrado. Como final de su recorrido devocional, vinieron a la cueva donde nos hallábamos en ese momento y dirigiéndose de inmediato al oscuro fondo de la cueva, pronunciaron unabreve oración. Luego la madre levantó a la niñita, que apenas tendría dos años de edad y que estaba completamente desnuda, como lo están todos los niños huicholes a esa edad. Empuñando un par de flechas de la diosa de las nubes del oeste en una mano, el padre derramó, con la otra, agua sobre la niñita, que chilló con todas sus fuerzas... Pero aún tenía que recibir un último bautismo en el manantial principal de la cueva. Llenando con agua fría unavasija votiva depositada allí el hombre volcó generosas cantidades de esa agua sobre la niña que agitaba piernas y brazos y lanzaba fuertes gritos de protesta. Esto debe hacerse para que puedan derramarse sobre ella todas las bendiciones de los manantiales del valle”.

T odos los padres huicholes respetuosos de las costumbres, someten a sus hijos recién nacidos a este baño, y es común verlos pasar rumbo a las cuevas, con el diminuto bebé en brazos de la madre. Cierto huichol, que era un completo vago de la comunidad, no realizó este viaje ceremonial, pese a que su joven esposa estaba muypreocupada.

No es necesario que los avíos que se llevan a la cueva como regalo por las bendiciones de la diosa sean tan complicados como los exigidos en el mito, donde se especifican flechas, vasijas votivas, velas, la tabla pintada itáli, etcétera. Pero realmente vitales para el éxito del peregrinaje son cinco cabecitas hechas de tamal para ofrendar a nakawé y una pelota de varillas (ipuli uli).17 Todos estos objetos se dejan en la cueva.

El mito relata que la comadrona, la diosa komatéame, fue la primera en entrar en la cueva. Cuando la Abuela Crecimiento, nakawé, se acercó, komatéame le arrojó la pelota que le pegó en la cadera. Ella se acercó mucho, sosteniendo fuertemente la pelota para que el niño no muriera. Luego nakawé asió la pelota con una mano, mientras komatéame la sostenía con la otra. El niño fue colocado sobre la pelota, de modo que quedó sostenido por las manos de las diosas. Cantaron en el lenguaje de los grandes dioses y de las deidades de las seis direcciones del mundo. Siendo así presentado, el niño sería conocido de los dioses. Por consiguiente, no se enfermaría... Las diosas le pusieron el nombre de tsikuli(ojo de dios), que desde entonces ha tenido un valor especial para los niños.18

B. Nombres huicholes

La sociología de los nombres propios es, por supuesto, importante. Un nombre es un atributo mínimo de personalidad y el primer paso en la personificación. Por medio de él se establece la base de la comunicación y el contacto. En casi todas las sociedades humanas los nombres son otorgados en la ceremonia del nacimiento; constituyen el primer paso de la iniciación en el reino humano.

Los nombres huicholes no tienen gran importancia sociológica y no atan místicamente al individuo con su homónimo; son pintorescos y hasta encantadores. No son secretos, si bien no se los usa comúnmente, siendo los apodos19 y los nombres españoles, los únicos que se oyen. No obstante, no existen evidencias de que pueda practicarse magia negra contra alguien conjurando su nombre. La muerte es la única cosa delicada (sagrada) respecto de un nombre. El empleo del nombre de una persona muerta ofendería a los dioses y el transgresor moriría, así como el dueño del nombre ha fallecido.

A continuación presentamos una lista de nombres de mujer: stuluwiákame kukáma (kúka cuentas) matswima: el brazalete de cuentas de la diosa del nacimiento; kukíma: de maíz del mar; cikúaka (cíku, calabaza): de la calabaza; hamáima: agua azul-verdosa; kupáima: cabellos o barbas del maíz; haiwáma: agua en movimiento; ulíma: susurro de las plantas de maíz; iolíma: humedad, relente; nautsikupúli: gota de rocío; tukíama: cabello de maíz maduro; kupúli: cabellera de la gran diosa del mar; tsiníma: la que ha nacido; noíya: la que vigila la casa; akúlima: dios que tiene un nealíka(rostro, vista o aspecto). Las mujeres reciben un nombre de acuerdo con los mandatos de las grandes diosas del mar.

Los nombres acordados a los hombres responden a las órdenes del Sol. He aquí una lista de nombres conocidos en Tuxpan: palíkokame: los grandes dioses de este lado (uno de los seis puntos cardinales); uSai iúli: el nealíkade la pinturadel rostro de peyote; Neákatsi ulútama: la flecha de uno nacido en milpas; niúkame: aquel que camina; upáme: aquel que dispara flechas; moyélitama: del penacho del shamán (moyéli); tolási: una flor; wawiakáme: aquel que va a rezar pidiendo protección; sutúli masuwe: el arco-guardián de la flor masúwe; uke’me: aquel que se detiene; tsikuli teama: ojo de dios.

C. Disposición del cordón umbilical
y del pelo del niño

Poseer un nombre no convierte al bebé en una persona y la ceremonia de nacimiento durante la cual se le otorga un nombre propio no integra al infante al grupo social. Otro paso en este sentido ocurre cuando se desprende el cordón umbilical. Este es tratado ritualmente, aunque sin ninguna ceremonia especial. El niño se libera de una causa de peligro mágico, siempre que el cordón sea enterrado secretamente debajo de un árbol o de un maguey, de modo que no pueda utilizárselo para hacerle un daño al bebé. Sin embargo, por lo común a la madre le desagradan los riesgos desconocidos que ello implica y, en consecuencia, lo guarda cuidadosamente oculto entre sus posesiones más valiosas.20

A partir del momento en que el niño cumple dos años de edad y durante los siguientes cinco años, su creciente personalidad es conmemorada y salvaguardada mediante una ritual disposición de un mechón de su pelo. Podemos citar a Lumholtz21 a este respecto:

“Desde los dos años en adelante el pelo de los niños es cortado por el abuelo (o por el padre: Z.) una vez al año, hasta haber sido cortado cinco veces. En la casa de dios se deja una flecha ceremonial junto con el pelo, como una plegaria pidiendo protección... Luego que el pelo ha sido cortado cinco veces, los padres dejan un ojo y un (lecho) de ixtle en la casa de dios de la Madre Agua del Este (Tate Na’aliwami), en Teakata, para que el niño no enferme”.
Mi información recogida en Tuxpan afirma que esto sólo se hace en el caso de los hijos varones, pero que el pelo es llevado a la cueva de la diosa de la lluvia Keamúkame, cerca de Santa Catarina. Junto con dicho pelo, se llevan votivas con ojos de dios colgados de ellas, un diminuto cuenco (el símbolo de un varón) y otros objetos votivos.

D. La infancia huichol

Las madres huicholes, igual que todas las madres del mundo, crean un lenguaje de sonidos sin sentido con el que se comunican con el niño durante la infancia. Esta comunicación no es de índole racional, pero no cabe duda de que con ese galimatías se transmiten mutuamente fuertes sentimientos y emociones.

El bebé es envuelto en trapos, no demasiado limpios y colocado en el suelo, mientras la madre está ocupada en las faenas domésticas, poco después de la ceremonia de nacimiento. En el exterior de la casa, el infante es acomodado en la cuna, que se parece a una de esas raquetas de tejido suelto que se usan para andar sobre la nieve y que se cuelga de la rama de un árbol. Si la sombra que proporciona el árbol no es suficiente, se coloca una manta encima de la cuna. A veces se arma una cuna enrollando una tela grande alrededor de dos cuerdas que se pasan por un sostén. Se forma así una especie de saco o bolsa dentro de la cual se acuna al bebé.

En cuanto el niño tiene el cuerpecito lo bastante sólido para ser transportado, se pasa la mayor parte del día atado en un manto de tela a la manera de capucha, que carga a la espalda su madre, hermanas o hermanos mayores. Al ser destetados los niños reciben atole como alimento y pronto se los acostumbra a comer tortillas. Pero continúan siendo amamantados cuando se presenta la oportunidad hasta los tres años e incluso hasta los cuatro.

Lumholtz22 yaha descripto la curiosa locomoción en cuatro patas de los bebés huicholes, que es igual a la de los niños pequeños tarahumaras y de los indios en general.

“Al gatear, los bebés no apoyan las rodillas en el suelo como lo hacen la mayoría de los bebés blancos. Resulta un espectáculo curioso el ver a estos pequeñuelos que aún no pueden pararse, moviéndose de esta manera como monos y muy ligero, pero, por supuesto, sin recorrer una gran distancia por vez...(En Gallup, Nuevo México, via un niño zuñi andando en cuatro patas de este mismo modo)”.

Podemos citar la mayor parte del resto de la explicación acerca de la infancia entre los huicholes:

“Hasta los cinco o seis años de edad, varones y niñas andan desnudos, los varones jugando con arcos y flechas y las niñas, con pelotas de algodón en rama; pero no existen juegos de ninguna clase entre los adultos de la tribu huichol.23

“...Las madres son muy afectuosas con sus pequeñuelos y jamás los maltratan. En alguna ocasión puede ocurrir que los niños mayores sean castigados cuando, por ejemplo, rompen por descuido algún cacharro de barro.24 Aunque las madres tienden a malcriar a sus hijos,25 los niños nunca son bruscos o groseros; en realidad, entre los cinco o los diez años de edad son encantadores, bien parecidos, atractivos y jamás toscos o atrevidos...”

Cuando los niños huicholes apenas pasan de los dos años de edad, sus padres con frecuencia los ponen a bailar en el suelo, cuando se esta tocando música de violín. Esto es motivo de gran diversión en las ceremonias, pues demuestra que el chiquillo será un gran bailarín, lo cual no es ninguna hazaña insignificante en un varón. En cuanto pueden caminar bien, los niños huicholes imitan a sus mayores en las ceremonias, bailando hasta quedar completamente agotados.

Cuando el varón huichol tiene tres o cuatro años, el padre empieza a iniciarlo en el uso del arco y la flecha. El arco es el símbolo por excelencia de los varones y hemos observado que las flechas votivas para los niños llevan colgado un diminuto arco ofertorio. Uno de los mitos relata cómo pálikata, el dios huichol de la caza, cambió el sexo de un niño-dios, transformándolo en una diosa del agua al quitarle su arco (véase p. 565, n. 84).26

Con un fragmento de fuerte carrizo, el padre fabrica un útil arco de juguete. Las flechas son fácilmente hechas con plumas de gallina insertadas en el extremo o cabo. Tomando luego su arco verdadero, el padre coloca una tusa de maíz en la punta a manera de tope y trata de derribar pájaros de los árboles próximos a la casa. El chiquillo imita a su padre o bien sale a recobrar las flechas con muy buena voluntad. A los pocos días, el chico utiliza su propio tope y pacientemente trata de voltear pájaros de los árboles. Grande es su júbilo cuando lo logra por primera vez, aunque por lo general es un triunfo casual. Luego de varios meses de jugar con este arco y flecha de juguete, poco a poco se va volviendo más certero en sus disparos. Para la época en que adquiere el derecho de emplear un arco y flecha verdaderos, al entrar en la adolescencia, ya es un experto tirador. El jovencito junto con sus primos o vecinitos, vaga por los alrededores de la ranchería, jugando, recogiendo plantas y flores, robando nidos de pájaros y cazando. Frecuentemente los chiquillos fabrican burdos sombreros o avíos ceremoniales imitando el trabajo de sus padres.

En Tuxpan no observé el uso de la pelota de algodón en rama que menciona Lumholtz. No puedo afirmar si tiene alguna relación simbólica con la pelota de lana de la ceremonia de nacimiento, si bien no sería de asombrar que existiera dicha vinculación, teniendo en cuenta la significación simbólica que el arco de juguete tiene para los varones.

Los padres fabrican muñecos tallados de madera o piedra para las niñas. En cualquiera de estos dos materiales, tienen un notable parecido en la frente inclinada y en las hendiduras de los ojos, con las figurillas de la arqueología arcaica. Las niñas las envuelven con trapos. Juegan sin alborotar en los alrededores de la casa con esas muñecas o con las pertenencias de la familia, a menudo metiéndose en el camino o estorbando el paso en sus intentos por ayudar a sus madres. Sin embargo, estas intromisiones son toleradas con buen humor. En una ranchería vimos una casa en miniatura construida para los niños. Se trataba de un jacal huichol del tipo común de cocina estaba demasiado bien hecho como para haber sido construido por niños.

Así pues, podemos llegar a la conclusión de que el condicionamiento social más importante para el mundo del trabajo cotidiano que reciben los niños huicholes proviene de sus juegos, en los que por imitación recrean los esquemas técnicos e industriales de sus mayores (véase p. 258).

Resulta claro que para los huicholes los niños son lo que más quieren en la vida. La gran ceremonia de los primeros frutos se hace especialmente para su beneficio y en ella los niños desempeñan el papel más destacado (T. II. p. 144 sigs.). Pero hay otras grandes ceremonias en las que están en posición conspicua.

En la fiesta que sigue a la ceremonia de preparación del suelo para recibir la simiente, por un momento los varones ya bastante crecidos ocupan un lugar prominente. Cuando los adultos rompen su ayuno de abstención de atole y cerveza, los chicos de mediana edad son juguetonamente traídos a la comida como si fuese por la fuerza. Esto se hace fingiendo seriedad, en medio del júbilo y las risas de los espectadores. Mientras comen se convierten en el centro de atracción y los chiquillos parecen disfrutar de esa posición tanto como de la comida y la cerveza.

E. Explicación mítica de las
ceremonias de iniciación

En la actualidad, ningún rito de iniciación señala ese momento decisivo de la adolescencia en que el individuo huichol entra en la madurez y adquiere la plena posición de miembro del básico grupo social de la familia. El individuo deja de ser un niño y asume el papel de adulto en el trabajo del rancho y en las ceremonias. Llama la atención que, con su gran afición por las ceremonias, los huicholes no tengan ningún rito de pubertad, sobre todo tomando en cuenta que en el mito de los huicholes primitivos se describe este tipo de ceremonia, junto con las otras referentes al casamiento, el nacimiento y los primeros frutos.

El mito27 habla de los hijos de tumuSaúwi, el primer huichol:

“...las niñas no estaban ‘abiertas’. Tampoco estaban desarrollados los varones... Cuando el primer varón estuvo maduro, el padre colocó flechas junto al fuego, para protegerlo de las picaduras de serpiente y otros peligros de la sierra. Mientras tanto, el chico armó trampas de lazo para venados. Si lograba éxito, tendría una vida larga y próspera.

“El chico pronto descubrió huellas recientes de venado. Tenía cinco perros que pronto persiguieron a un venado macho hasta obligarlo a caer en una trampa y un venado hembra cayó en otra trampa. Esto le aseguró al muchachito una larga vida.

“Luego, sobre una lejana montaña, vio dos águilas, macho y hembra, con hermosas plumas en las colas... La flecha del chico atravesó los corazones de ambas águilas con el mismo disparo. Desolló a las aves, dejando intactas las plumas de la cola. Esto era un signo de larga vida para el muchacho. Extendió las pieles de águilas en la casa de dios, según el mandato de los grandes dioses.

“Con la sangre del venado, todos los avíos ceremoniales fueron ungidos. La carne fue asada, pero sólo los adultos podían comer de ella. Ni siquiera el propio chico podía comer de ella. Así pues, después del festín, los mayores discutieron con quién podría casarse. Velaron junto a cinco vasijas votivas y, a medianoche, la anciana (aparentemente la madre) se despertó gritando que había soñado bien”.

El mito continúa con una correspondiente ceremonia para ungir los avíos de la niña que fue dedicada a nakawé, la Abuela Crecimiento:

“Así pues, al día siguiente hallaron veinticinco palos bifurcados. La gente los recogió y formó un circuito ceremonial del mundo. En el quinto circuito encontraron cinco madrigueras de animal. Introdujeron los palos en las madrigueras hasta que oyeron el grito del animal que estaba dentro. De este modo pronto hallaron lo que estaban buscando...

“Había lagartos (kacipáli, h., iguanas, cast.). La gente los ensartó con las estacas y luego los sacó del interior de la madriguera. Les quebraron las patas para que no pudieran correr y también les rompieron los dientes.

“Siguieron cazando hasta capturar cincuenta iguanas. Las llevaron a la ranchería a donde arribaron al anochecer. Viajaban lentamente, pues su carga era pesada.

“Cuando llegaron, abrieron a la primera iguana y usaron su sangre para lavar los avíos de nakawé y también la parafernalia de los otros dioses. Las mujeres se encargaban de esto que era el equivalente de la ofrenda de sangre de venado hecha por el chico. Así también la niña tendría una vida próspera.

“Ahora el muchacho y la chica podían casarse. Y eso hicieron. También ellos tuvieron hijos”.

F. El grado de condicionamiento social
del individuo huichol antes de casarse

Aunque ninguna iniciación formal en la pubertad marca la entrada de los niños huicholes en la adultez, su status va cambiando gradualmente. La autoridad paterna y la disciplina, nunca demasiado severas, se aflojan casi del todo.

El condicionamiento mediante la educación organizada formal, que reciben por igual los varones y las niñas, es de carácter ceremonial. Desde la infancia, los pequeños participan como espectadores en todas las ceremonias y como personajes principales en las ceremonias de los primeros frutos y de la lluvia. Sin embargo, en todas las ceremonias la rígida sanción ritual de enfermedad o muerte para el transgresor, obliga a mantenerse despierto toda la noche mientras el shamán canta el mito correspondiente a la ceremonia. Esta obligación de escuchar atentamente los mitos es un tipo de educación formal que, por la mera repetición, permite a muchos huicholes memorizarlos todos. Con razón dice Lumholtz que uno de cada tres huicholes es un shamán. Si bien esto no es rigurosamente cierto, la verdad es que todo huichol conoce este complicado cuerpo de dogma, que es la explicación racional huichol de la naturaleza y la vida. Dicho dogma sólo existe en la mitología, que es una filosofía compleja y sistemática, que abarca la mayor parte de los conocimientos huicholes y responde a la mayoría de las preguntas. Gracias al orden de cosas establecido por los antepasados en los primeros tiempos, la mitología huichol constituye el equipo con el cual el individuo huichol completa su experiencia cotidiana para el enfrentamiento de los problemas de la vida. Los niños adquieren estos conocimientos mediante el juego (véase p. 255).

Al llegar a la adolescencia el varón huichol toma parte en la pesada tarea de ayudar a su padre a limpiar sus milpas de cizañas. Ya a esa edad se le puede confiar la importante responsabilidad de vigilar por la noche las milpas, cuidando que no entren animales y, además, ayuda en la cosecha del maíz, los frijoles y la calabaza.

Atrás han quedado los días de ocio y vagabundeos por los alrededores de la localidad, cazando y recogiendo plantas. Pero ya nunca más tendrá que sentarse fuera del círculo de participantes en las fiestas de vecinos o en la Casa Real. El muchacho adolescente empieza a ir por su propia cuenta, incluso a las ceremonias distantes, asistiendo además a las subsiguientes fiestas. Gradualmente se gana un lugar propio en el círculo de mozalbetes y hombres jóvenes casados. Bebe su cuota de cerveza y hasta llega a intervenir en las tonterías de borrachera ruidosa del grupo más maduro.

El chico está todavía bastante lejos del serio adulto. Para llegar a ello se necesitan años de matrimonio y de cuidados y afecto por los propios hijos. La adolescencia es un periodo de prueba para el muchachito que aún no está condicionado por la disciplina formal, excepto la que aparece en la misteriosa y sobrenatural mitología y que tiene una relación muy remota con cualquiera de sus problemas inmediatos. El adolescente no está todavía adaptado a la complicada y agobiadora cultura ritualista de los adultos, que funciona (según la concepción huichol) para bendecir los campos, producir la lluvia y proporcionar salud y vida a los niños. Todo ello está muy alejado de los intereses del joven huichol.

Además los hombres adultos son los que poseen a las mujeres ya sea como esposas o como concubinas. Si bien la moral poco estricta que predomina, favorece al adolescente, las intrigas y los amoríos clandestinos en la barranca no simplifican sus problemas. Deben transcurrir algunos años antes de que el jovencito pueda lograr la seguridad y simplicidad de una esposa propia y asumir las serias responsabilidades de fundar su propia familia y cultivar sus propias milpas. Mientras tanto, bebe demasiado en las fiestas, con demasiada frecuencia insulta a sus mayores yendo a veces hasta el extremo de involucrarse en peleas a puñetazos o a cuchilladas. Más frecuentemente que los adultos, el joven recupera su estado de sobriedad con sus pies metidos en el cepo en la oscura habitación de la Casa Real.

Aunque los huicholes no constituyen una tribu puritana, tuve muchas dificultades para obtener información acerca de la niña adolescente, el cortejo y el casamiento. No obstante, los datos obtenidos de informantes hombres y del contenido de los mitos (narrados también por hombres) parecen indicar que los amores huicholes son en gran medida sexuales y no pasan del plano físico. Los mitos no ponen de manifiesto ningún lirismo o romanticismo amoroso, aunque de vez en cuando transmiten sentimientos fuertes y sinceros.

Las muchachitas huicholes son bonitas, graciosas, amables y afectuosas incluso en público. Son recatadas y rara vez se las ve ir a buscar agua al arroyo solas, sino que van pudorosamente acompañadas de otra chica. En caso de ir solas, se cuidan de no ser vistas. En la casa o en las ceremonias, trabajan con las mujeres mayores y se entregan afanosamente a la tarea de moler el maíz en sus metates. Cuando la fiesta que culmina en las ceremonias se convierte en una camorra de borrachos, cuidadosamente eluden los sectores más obscenos de los festejos.

En una tribu tan voluptuosa como la de los huicholes, las muchachitas muy pronto inician su experiencia sexual y ni la familia ni la comunidad se escandalizan por ello. La observación hecha por Lumholtz de que los padres no vigilan a sus hijos es exacta.28 Por lo general los padres se emborrachan demasiado en las fiestas como para estar en condiciones de cuidar a los hijos.

Esa salvaje confusión de borrachos en que se convierten todas las fiestas, proporciona abundantes oportunidades para el ardiente cortejo a sólo unos metros de distancia del centro de los festejos. Resulta evidente, a partir de la información y de los mitos, que la mayoría de las mujeres son seducidas estando borrachas. Apenas pasada la pubertad, la joven se convierte en concubina de un hombre ya mayor29 o en la esposa de uno más joven.

En el cortejo, los hombres jóvenes toman la iniciativa, y uno de los mitos habla de un muchachito que, para cortejar a su elegida, se pintó el pene.30 La afirmación de Lumholtz de que a una edad más madura la mujer busca al hombre,31 parece bastante probable. En el mito de Santiago, se habla de una mujer que le arrojó piedras a un hombre para atraer su atención y que le compró vino para emborracharlo. Lumholtz32 menciona que en el cortejo se intercambian regalos lo cual es confirmado por incidentes que aparecen en la mitología.33

glifo maya
Continuación
NOTAS
14 “Mitología huichol”, pp. 242-243.
15

Lumholtz, Carl: Unknown Mexico, II, 176-177.
[Edición castellana: El México desconocido. Instituto Nacional Indigenista. México 1981].

16 Lumholtz, Carl: Symbolism of the Huichol Indians. p. 13.
[Edición castellana: El México desconocido. Instituto Nacional Indigenista. México 1981].
17 El llamar a esta pelota de lana, ipuli uli, o sea pelota de goma o hule, sugiere que esta concepción mitológica se relaciona con el juego sagrado de pelota de Mesoamérica. “Mitología huichol”. pp. 243-244.
18 Estos típicos artefactos simbólicos, no sólo son colocados en las flechas votivas para los niños, sino que además son usados por ellos sujetos a sus vinchas durante su especial participación en la fiesta de fertilidad de los primeros frutos. (Véase p. 336).
19 Los apodos son humorísticos y levemente peyorativos y a menudo, una burla del nombre español adoptado. Por consiguiente, se supone que no se los usa para llamar a la persona, tal como me lo advirtieron, por temor de provocar su enojo.
20

Mi guía, el indio más mexicanizado de la comunidad, me reveló que su cordón umbilical se había perdido en la confusión de la revolución mexicana. Está un poco temeroso de que debido a este accidente, alguna vez pudiera ser perjudicado.

Cuando el bebé tiene unos días de vida y se le cae el cordón umbilical, éste es enterrado debajo de un árbol o de una planta de maguey, para que de esta manera “viva para siempre”, según me dijo mi informante nativo: un bello ejemplo de filosofía aborigen. Esa planta pertenece al niño y, cuando tiene suficiente entendimiento, se la muestran. Tiene que ser un árbol o planta útil y cuando el niño se hace hombre, siembra vástagos para tener dónde enterrar los cordones umbilicales de sus hijos.

21 Lumholtz, Carl: Symbolism of the Huichol Indians, p. 156.
22 Lumholtz, Carl: Unknown Mexico, II, 90-91.
23 La ausencia de juegos entre los huicholes contrasta con la cultura tarahumara, en la que se practican muchos juegos. Acaso esto corresponde a la ausencia de un elemento lúdico en la ceremonia tarahumara. Se verá más adelante que entre los huicholes las ceremonias ofrecen un gran escape para el aburrimiento (Tomo II. p. 33. n. 12), que es la misma función desempeñada por los juegos tarahumaras.
24 He notado que se hacen algunos intentos por corregir a los niños huicholes, lo cual es bastante desacostumbrado entre los pueblos primitivos. Si bien no se trata de una educación muy sistemática o bien fundada, no obstante de vez en cuando el padre huichol le da unas nalgadas al hijo pequeño. Pero jamás he visto que esto se hiciera con crueldad o con verdadera ira.
25 Una nota mía demuestra cómo las madres malcrían a los hijos. “El ‘encantador’ Juancito Romero sufre un berrinche y llora muy sentido porque su madre no le deja meterle un dedo en el ojo. La mujer le pasa el niño a su marido quien tolera por un rato el capricho del hijo, pero luego pierde interés y lo baja al suelo. Más tarde, como el niño sigue llorando encaprichado, la madre le da unas nalgadas tan suaves que no ejercen ningún efecto en Juancito”.
26 Véase “Mitología huichol”, p. 254, n. 2.
27 “Mitología huichol”, pp. 244-246.
28 Lumholtz, Carl: Unknown Mexico, II, 93.
29 Cierta niña adolescente me llamó la atención, pues se mostraba muy complacida y feliz con su nuevo status de concubina de un huichol ya viejo.
30 “Mitologia huichol”, p. 149, n. 1.
31 Lumhohz. Carl: Unknown Mexico. II. 93.
32 Ibid. p. 310, n. 1.
33 Ibid. p. 270, n. 1.

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