Anthony F. Aveni. Observadores del cielo en el México antiguo. Edit. FCE, Mexico, 1974. El presente fragmento es uno de los apartados de su cap. IV: "El contenido matemático y astronómico de las inscripciones".

 
Tenochtitlan según el plano de Cortés, detalle
Tenochtitlan (México), plano de H. Cortés, detalle
 
LA UNION DEL TIEMPO Y EL ESPACIO EN LA COSMOLOGIA MESOAMERICANA
ANTHONY F. AVENI

Como sugerimos en el capítulo III, el ciclo de 52 años era un periodo de tiempo de gran significación en toda Mesoamérica. En el Altiplano Central mexicano. donde se llamaba xiuhmolpilli (enlace o atadura de los años), el completamiento de cada ciclo se celebraba con una ceremonia del Fuego Nuevo. El historiador Sahagún dice lo que ocurría en aquella ocasión:

Acabada la dicha rueda de los años [cincuenta y dos], al principio del nuevo año que se decía ome ácatl [dos caña], solían hacer los de México y de toda la comarca una fiesta o ceremonia grande, que llamaban to xiuh molpili;* y es casi atadura de los años, y esta ceremonia se hacía de cincuenta y dos en cincuenta y dos años, es a saber, después que cada una de las cuatro señales había regido trece veces a los años.

Decíase aquella fiesta to xiuh molpili, que quiere decir, "átense nuestros años', y porque era principio de otros cincuenta y dos años, decían también xiuhtzitzquilo, que quiere decir, "se toma el año nuevo", y en señal de esto cada uno tocaba a las yerbas,** para dar a entender que ya se comenzaba la cuenta de otros cincuenta y dos años para que se cumpliesen ciento cuatro años, que hacen un siglo.

Así que entonces sacaban también nueva lumbre, y cuando ya se acercaba el día señalado para sacar nueva lumbre, cada vecino de México solía echar, o arrojar en el agua o en las acequias, o lagunas. las piedras o palos que tenían por dioses de su casa, también las piedras que servían en los hogares para cocer comida, y con que molían ajíes o chiles, y limpiaban muy bien las casas y al cabo mataban todas las lumbres [1985, pp. 438-439].

Como se sugiere aquí, cada periodo de 52 años se dividía en 4 partes de 13 años, cada una de ellas encabezada por un portador de año diferente, en representación de determinado punto cardinal. Aquella división en cuartos se pinta repetidas veces de diversos modos en los antiguos diagramas del mundo que aún se conservan. Estando ahora mejor preparados para comprender los ciclos de tiempo que implica la división cuadripartita, regresemos a los calendarios de la figura 57 y examinémoslos con gran detalle.

El diagrama dibujado en la figura 57a está tomado de uno de los textos religiosos yucatecos, el Libro de Chilam Balam de Kana (Bowditch, 1910, figura 64), escrito en la época de la Conquista. Un par de líneas que se intersecan en los ángulos rectos divide la rueda en cuatro compartimientos, cada uno de los cuales representa a una región del mundo. En su interior hace trece periodos de tiempo de un katún divididos en 3-3-3-4 cada uno. de ellos numerado y simbolizado por una cabeza. Se empieza un año con los cinco días: Kan, Chicchán, Cimi, Manik (Manyk) y Lamat, y con éstos también se termina el año. A Kan, primer día del año, se le llama "cargador del año", y los años de Kan se consideran vinculados al este (lakin = likin). Viene luego el año cuyo portador es Muluc, y los cinco días son Muluc, Oc, Chuen, Eb y Ben (Been), vinculados al norte (xamán). De ese modo, los años avanzan en sentido contrario a las manecillas del reloj, cuatro por ciclo, para regresar al este. El pequeño círculo del centro (mundo) representa a la Tierra, a partir de la cual se estiman las cuatro direcciones. También ella se divide en cuadrantes, pero mediante un par de líneas que se intersecan y quedan a media distancia de aquellas que dividen a las partes externas del círculo. Estas representan los puntos cardinales, en tanto que las líneas más largas representan la migración del dios del Sol, kin, a sus extremos norte y sur a lo largo del horizonte. El diagrama en conjunto recuerda el símbolo de kin (figura 61a, arriba a la izquierda), cuya forma probablemente derive de ese concepto.

Las figuras 57b y c son semejantes aunque procedan de lugares distintos. La figura 57b, tomada del Códice Féjérváry-Mayer, es mixteca, de alrededor del siglo XV, mientras que la 57c es un calendario maya incluido en el Códice Madrid (pp. 75-76), escrito en Yucatán aproximadamente en la misma época.

Considerado tanto simbólica como funcionalmente, el rasgo esencial del diagrama del Féjérváry, que en gran parte contiene la misma información que el Madrid, es un símbolo floral con dos series de cuatro pétalos: una "Cruz de Malta" con anchos pétalos trapeciales y una "Cruz de San Andrés" o diseño floral que consiste de cuatro pétalos redondeados más pequeños puestos en ángulos de 45º entre los de la Cruz de Malta. Un cuadro forma el centro del dibujo.

El borde de todo el diseño está marcado con círculos cuyo total asciende a 260. La cuenta ritual se divide en ciclos de 20 nombres de días, contados en grupos de 13. El primer grupo de 13 empieza con 1 Cipactli (lagarto), cuyos dientes son visibles precisamente arriba de la esquina superior derecha del cuadro central. Moviéndonos en sentido contrario a las manecillas del reloj a lo largo del borde, procedemos a contar 12 puntos azules (que en la figura aparecen sobre fondo oscuro) para completar la cuenta de 13 en 1 Océlotl (jaguar). (El lector tal vez prefiera seguir la secuencia valiéndose del cuadro 15.) El tercer ciclo pasa por la parte superior del dibujo para terminar en 1 Mázatl (venado) y así seguimos el esquema con cuentas de 13 que terminan en Xóchitl (flor), Ácatl (caña) (cuyo símbolo aparece sobre un ave en la esquina superior izquierda), Miquiztli (muerte), Quiáhuitl (lluvia), Malinalli (hierba), Coátl (serpiente), Técpatl (cuchillo de pedernal), Ozomatli (mono), Cuetzpallin (lagartija), Ollin (movimiento), Itzcuintli (perro), Calli (casa), Cozcacuauhtli (zopilote), Atl (agua), Ehécatl (viento), Cuauhtli (águila), Tochtli (conejo), para regresar finalmente a 1 Cipactli y cerrar la cuenta ritual. Como todos esos símbolos aparecen en los vértices del dibujo de la doble cruz, el ciclo de 260 días está hecho para incluir todos los demás asuntos astrológicos y calendáricos figurados en el diagrama.

Junto con sus colores asociados, las cinco regiones del mundo están puestas en los cuatro brazos de la Cruz de Malta y en el centro: los cuatro puntos cardinales (los brazos de la cruz) y el cenit (el centro). Tenemos el este (rojo) arriba, el oeste (azul) abajo, el norte (amarillo) a la izquierda y el sur (verde) a la derecha. Al salir el Sol, tiene al norte a su derecha y el sur a su izquierda; exactamente al frente está la región del oeste, donde morirá cada noche.10 En ese dibujo, el Sol está representado por un disco dentado puesto en el brazo oriental de la Cruz de Malta, en tanto que la cabeza de muerte pende por debajo del cuadro central. Los cuatro brazos de la cruz de San Andrés significan las cuatro casas del Sol en el cielo, dos al este y dos al oeste. Son los puntos intercardinales que simbolizan los extremos a los que migrará el astro por el horizonte en el transcurso del año. De ese modo, tenemos la salida del Sol en el solsticio de verano arriba a la izquierda, en el solsticio de invierno arriba a la derecha; el ocaso en el solsticio de verano abajo a la izquierda y el ocaso en el solsticio de invierno abajo a la derecha. Podemos considerar la posición en el cenit (centro) como quinta casa del Sol.

Dentro de cada cuadrante que indica un punto cardinal se encuentran un árbol representativo, una fuente para el árbol, un ave y un ritual direccional (véanse los detalles en el cuadro 16).

Xiuhtecuhtli, dios del fuego celeste, se localiza en el centro. Está armado de dardos y un átlatl (lanzadardos) y hacia él fluyen cuatro corrientes de sangre. Es el primero de los Nueve Señores de la Noche. Los ocho señores restantes se representan, dos por cada brazo de la Cruz de Malta, de la manera siguiente:

2. Iztli (este, derecha) - cuchillo de pedernal

3. Pilcintecuhtli (este, izquierda) - maíz tierno

4. Cintéotl (sur, derecha) - maíz

5. Mictlantecuhtli (sur, izquierda) - muerte

6. Chalchiuhtlicue (oeste, derecha) - falda de jade, agua (femenina)

7. Tlazoltéotl (oeste, izquierda) - tierra, purificadora del alma (femenina)

8. Tepeyóllotl (norte, derecha) - corazón del cerro

9. Tláloc (norte, izquierda) - lluvia

En los pétalos de la Cruz de San Andrés se pueden encontrar elementos pertenecientes a los puntos cardinales. Entre ellos se incluyen una planta ritual en el interior y un ave representativa en la punta del pétalo.

El cuadro 16 resume la gran cantidad de información simbólica que deriva de esta sola página del códice.

Muy importante es el cargador del año que lleva encima cada ave. En cuatro de los intersticios situados entre pétalos aparecen los cinco nombres de días pertenecientes a la dirección de que se trata. En los demás espacios entre pétalos corren ríos de sangre sacrificatoria que mana de distintas partes de la anatomía humana, a cada una de las cuales se ha asignado una dirección en el espacio. Al valernos del calendario para la cuenta del año de 365 días, empezamos al este con 1 Ácatl. nombre asociado con el Día de Año Nuevo de ese año y, consecuentemente, día que lo trae o carga. Contando 18 veces el ciclo de 20 nombres de días, nos queda un remanente de 5 días; de ese modo, valiéndonos del cuadro 16, llegamos a Técpatl, nombre del día que carga al segundo año. Asimismo, el Día del Año Nuevo del tercer año lleva el nombre de Calli y el del cuarto año el de Tochtli. El quinto año empieza con Ácatl, el mismo día que el primero (puesto que 365 x 4 = 1.460 y 1.460 ÷ 20 tiene un sobrante de cero), y con él se cierra el ciclo.

El calendario posterior a la Conquista de la figura 57d fue concebido para contar un solo ciclo de 52 años, dividido en cuatro grupos de 13, donde cada rama sale hacia un punto cardinal y luego vira para pasar a lo largo del horizonte. Los brazos que se abren al final del dibujo cruciforme forman un diseño semejante a una suástica. Los nombres de días de Año Nuevo sucesivos del ciclo empiezan en la parte superior (este) con 1 Acatl (caña), luego pasan a la izquierda a 2 Técpatl (pedernal), 3 Calli (casa), 4 Tochtli (conejo), 5 Acatl, 6 Técpatl, 7 Calli y así sucesivamente, abriéndose en espiral en sentido contrario a las manecillas del reloj.

En esa síntesis calendárica, apreciamos un intento de los responsables de los ciclos de tiempo mesoamericanos por unir varios símbolos en un marco cosmológico. En el diagrama de Féjérváry, tenemos un color, un ave, un planeta y así sucesivamente para cada dirección e incluso partes del cuerpo que piden una interpretación cosmológica especial.

De interés para el astrónomo es el hecho de que muchos diagramas incluyan la cuenta ritual de 260 días y el año de 365 días de base solar (tanto en forma de una cuenta de días como en la incorporación del movimiento anual oscilatorio del Sol a lo largo del horizonte). El tema parece ser la unificación de ambas cuentas, una correspondencia o adaptación de los ciclos del año ritual y del año común. Desafortunadamente, poseemos poca información sobre el modo en que en realidad se llegó a esa meta a partir de la observación del cielo. La unificación espacio-temporal también se ilustra en diagramas calendáricos mediante el uso de cargadores de año para direcciones, la asignación de cada día nombrado a una zona del horizonte y la cuenta de 260 días a lo largo del perímetro del mundo.

 
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NOTAS

* La edición de que tomamos las citas (Porrúa, México) dice toxiuh molpilia; pero en la obra aparece un Vocabulario del padre Ángel Ma. Garibay K. (quien cuidó la edición), y en él se lee to xiuh molpili. [F.C.E.]

** El mismo vocabulario del padre Garibay dice: “xiuhtzitzquilo (frase verbal): 'el año es tomado: la hierba es tomada', Se hace referencia a una ceremonia de tomar hierba en la mano al comenzar el año". [F.C.E.].

10 Véanse también la exposición contenida en las pp. 156-163, "La filosofía mesoamericana de los números", y la nota 2 de este capítulo. [La nota 2 dice así: Esa notación parecería subrayar la importancia del horizonte occidental, pues sólo un observador vuelto hacia el oeste diría que el norte está a la derecha del Sol y el sur a la izquierda. Por otra parte, más preocupados por el cumplimiento de los ciclos, los mesoamericanos tal vez observaban la desaparición de objetos en el oeste.]

 
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